Cuando llegué a Exeter, este es el primer escaparate en el que me paré.
Y pensé… aquí tiene que ser un elemento imprescindible. Aquí, no son un mero adorno o complemento “por si acaso…” ni siquiera un recurso para las fotografías, aquí, de vez en cuando tiene que ser un elemento esencial, o quizás no. ☺
Pero creo que aportan magia en una boda y os invito en el post de hoy a que penséis en su utilidad:
1. Un recurso divertido para las fotografías. Siempre que la boda se celebre en una estación y lugar acorde a las características de las mismas. Para una novia que se casa en Sevilla en pleno julio, pues no. Pero para una novia que lo hace en Bilbao en Marzo, pues sí. ¿Qué me decís?
2. El segundo par de zapatos para una boda en la que el día amanece lloviendo. Para entrar en el altar a lo mejor no, pero para bailar como una loca tras salir de la iglesia ¿por qué no?
3. Para tus invitadas. ¡Cuánto sufrimos las mujeres con los tacones por estar guapas, cuanto! Ofrécelas a tus invitadas si te casas por ejemplo en una zona campestre, donde es difícil andar con los tacones, o para que descansen de ellos y bailen sin dolor de pies o para hacerle un guiño si el día de tu boda llueve (además de descansar de los tacones).
Las utilicéis para cualquiera de estas tres opciones o no, no me podéis negar que son un recurso divertido y original, ¿no creéis?, ¿se os ocurre alguna razón más para contar con ellas en vuestra boda?
2 respuestas
Ya me estoy imaginando una boda súper campestre y romantica con esas botas de agua, como a mí me gusta! :)
Sería una boda muy original y divertida!! Sobretodo sin dolor de pies!!!
Me encanta!!!